Ahí estaba ella... en el pueblo, todos la conocían, y no precisamente por ser muy buena...
Era señalada, y se sabía señalada. Era juzgada y condenada ¡y lo sabía...! talvez se habría acostumbrado a eso...
¿Qué cosas habrían en el corazón de ella? Sólo buscaba el amor... tan sólo eso... lo malo, es que no sabía como hacerlo... ese fue su gran error.
y muy conciente de sus errores, del dolor que había causado, y del que había recibido.... lo vio a lo lejos... ahí estaba Él.
Dudó mucho en acercarse... se sabía indigna... Él es un santo, ella... una pobre pecadora...
Él... ¡Oro puro! ella.... solamente ella....
Y en su corazón ardía el amor, la fuerza que la impulsaba a acercarse... pero en su propia mirada, el dolor que le decía detente... tu no puedes... miraba sus propias manos ¡estaban sucias! ... miraba su cuerpo y sus rodillas ¡sucias!, su cabello.... ¡su cabello!
y se acercó... Estando a unos cuantos pasos de Él, todavía no sabía lo cerca que ya estaba...
Todos la miraban y murmuraban... ¡que desagradable era eso! pero Él estaba ahí... esperándola...traspasando ese corazón herido con una mirada de luz. Todo su interior se hizo visible ante los ojos de Él. Ella sintió fluir todo aquel insoportable dolor... lo sintió salir a través de sus ojos, en forma de lágrimas... sentía como los trozos de su alma fraccionada volvían a unirse... y poco a poco, encontraba la paz...
"Mujer: mucho se te perdona, por que mucho has amado" le dijo Jesús a aquella que se acercó a Él. ...
Los demás los criticaron: a ella por atreverse a acercarse a Él.
A Él, por su misericordia y su AMOR incondicional a quien le busca...
Sin embargo, sólo puedo recordar sus dulces Palabras: "Vengan a Mí los que están cansados y agotados, que Yo les aliviaré su carga" ¡y vaya que lo ha cumplido! me consta...
Yo soy esa mujer que experimentó su amor....
Yo soy esa mujer que se sentía indigna de Él...
Yo soy esa mujer a la que Él llamó ¡MUJER!
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