Alguna vez dijiste, Maestro
¡La verdad os hará libres!
Enséñame por favor a vivirla en plenitud,
tal como Tú lo harías.
No confundir la imprudencia con sinceridad
Ni a disfrazar la omisión con la prudencia
Enséñame Maestro a buscar el bien común
y a no dejarme llevar por el egoismo
Maestro:
Enséñame a mirarte todos los días, a mi alrededor
a tocarte en el otro,
a amarte en el otro
a perdonar, como lo harías Tú,
a responder, como lo harías Tú.
Maestro: ¡Enséñame a amar como tú!
¡Ten misericordia de mí!
La ley de Dios la resumiste en una palabra: AMOR.
Maestro, ayúdame a sellar en mi frente tu ley
y a cumplirla en todos mis actos, sentimientos y pensamientos
Derrumba de mí todo aquello que opaque tu amor
hasta que no quede ni huella de mí misma.
¡Ten misericordia Señor!
Que llegue el momento, en que me olvide de como era yo, si no es para darte a Ti la Gloria
Que los demás se olviden de mi y te puedan mirar a Ti.
Para esto me hace falta tanto, tanto...!
¡Tanto Señor!
Toma mis manos, mi corazón
toma mi mente y mis recuerdos
toma mi dolor y mi alegría
a mis amigos y enemigos
toma mi pasado, mi presente y mi futuro
toma Señor mi personalidad, mis actos
Camina por enmedio de mi vida y hazla tuya
conduciéndola por tus caminos
llévame a donde Tu quieras, con quien Tu quieras
Te pido mi Señor, sólo te pido, con todo el corazón:
Me des la capacidad de responder a tu llamado.
De escuchar tu voz, identificarla y responderte:
¡Habla Señor, que tu sierva escucha!
He aquí la esclava del Señor,
¡Hágase en mí según tu palabra!
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